Debajo del altar se pone una jícara con maíz que es para el perro del difunto. Allá también se pone una bolsa con jabón para que pueda lavar su ropa, o se pone una muda de ropa, un sombrero nuevo, o un par de alpargatas nuevas. El último día de visita, el octavo, es un momento triste, porque los vivos y los muertos ya se van a separar y no verse hasta dentro de un año. Para su viaje las almas llevan mucbil pollos, que es comida seca, porque en su viaje al más allá no pueden llevar comidas líquidas que se puedan derramar.